Nadie me hace caso
A mí nunca me ha hecho caso nadie. Debe de ser cosa de la falta de don de gentes o de personalidad, pero la cosa es que los demás siempre me ignoran. Jamás he sido capaz de mantener la atención de un interlocutor.
Las ocasiones en las que he pasado totalmente desapercibido son incontables. Todavía recuerdo el día en que regresé al hogar tras las vacaciones veraniegas y me encontré con que unos ladrones me estaban desvalijando. Yo gritaba:
- ¡Voy a llamar a la policia!
Ellos seguían sin inmutarse.
Y yo llamando a la policía.
Y la policía que decía:
- ¿Sí? ¿Diga? ¿Hay alguien ahí?
- ¡Sí, soy yo! ¡escuche! ¡que me están desvalijando!- contestaba yo dándole golpes al teléfono para hacerlo funcionar. ¡Parad ya, coño! me dirigía hacía los descarados ladrones.
Aquello fue muy humillante. Y costoso, el hecho de reponer todos los enseres que me fueron robados resultó costosísimo, ya que ni que decir tiene que los del seguro no me hicieron ningún caso.
Por cierto, el típico chiste del hombre anodino que va al psicólogo y le dice:
- Doctor, nadie me hace caso.
A lo que el doctor contesta:
- Perdone, ¿ha dicho usted algo?
Está basado en mí. ¡En serio!
Es algo que siempre he tenido asumido. Hasta el momento, mis pasos por este mundo han sido bastante invisibles; es decir, soy de los que pasan sin pena ni gloria.
Pero desde hace una semana mi vida ha dado un giro de 180º. Todo ha cambiado por completo desde que me compré a Sultan.
El dependiente, una vez apreció mi presencia en su establecimiento, me dijo que Sultán había sido entrenado para obedecer al que fuera su amo. ¡Y así es! Yo le digo a Sultán:
- Sultán, mueve la colita.
Y Sultán mueve la colita para mí (ojo, su colita, no la mía).
Si le digo:
- Sultán, ladra.
Y Sultán ladra.
Cuando lo llevo a pasear y regresamos los dos cansados, le digo que saque la lengua para respirar mejor ¡y él lo hace!
Bueno, lo mejor de todo es cuando le tiro un palo o una pelota y él casi siempre sale corriendo a por ella para traérmela de vuelta.
Por fin siento que alguien me tiene en cuenta. Es más, yo creo que desde que Sultán llegó a mi vida, los demás están empezando a considerarme un poco.
Al fin me siento querido, escuchado, ¡siento que existo! En definitiva, me siento vivo.
Anteayer pasé por la tienda de animales y entré para darle las gracias al dependiente, pero él me contestó:
- ¿Usted quién es? Perdone, pero no le conozco de nada.
En fin, yo estoy aquí, sentando en mi jardín, feliz, jugando con Sultán. Ahora mismo le he tirado una pelota con tanta intensidad, que Sultán ha tenido que saltar la verja para poderla atrapar. Es que es tan obediente y me hace tanto caso
- ¡Sultán! ¿Dónde vas? ¡Sultán, vuelve!, ¡vuelveeeeeeeee!
Las ocasiones en las que he pasado totalmente desapercibido son incontables. Todavía recuerdo el día en que regresé al hogar tras las vacaciones veraniegas y me encontré con que unos ladrones me estaban desvalijando. Yo gritaba:
- ¡Voy a llamar a la policia!
Ellos seguían sin inmutarse.
Y yo llamando a la policía.
Y la policía que decía:
- ¿Sí? ¿Diga? ¿Hay alguien ahí?
- ¡Sí, soy yo! ¡escuche! ¡que me están desvalijando!- contestaba yo dándole golpes al teléfono para hacerlo funcionar. ¡Parad ya, coño! me dirigía hacía los descarados ladrones.
Aquello fue muy humillante. Y costoso, el hecho de reponer todos los enseres que me fueron robados resultó costosísimo, ya que ni que decir tiene que los del seguro no me hicieron ningún caso.
Por cierto, el típico chiste del hombre anodino que va al psicólogo y le dice:
- Doctor, nadie me hace caso.
A lo que el doctor contesta:
- Perdone, ¿ha dicho usted algo?
Está basado en mí. ¡En serio!
Es algo que siempre he tenido asumido. Hasta el momento, mis pasos por este mundo han sido bastante invisibles; es decir, soy de los que pasan sin pena ni gloria.
Pero desde hace una semana mi vida ha dado un giro de 180º. Todo ha cambiado por completo desde que me compré a Sultan.
El dependiente, una vez apreció mi presencia en su establecimiento, me dijo que Sultán había sido entrenado para obedecer al que fuera su amo. ¡Y así es! Yo le digo a Sultán:
- Sultán, mueve la colita.
Y Sultán mueve la colita para mí (ojo, su colita, no la mía).
Si le digo:
- Sultán, ladra.
Y Sultán ladra.
Cuando lo llevo a pasear y regresamos los dos cansados, le digo que saque la lengua para respirar mejor ¡y él lo hace!
Bueno, lo mejor de todo es cuando le tiro un palo o una pelota y él casi siempre sale corriendo a por ella para traérmela de vuelta.
Por fin siento que alguien me tiene en cuenta. Es más, yo creo que desde que Sultán llegó a mi vida, los demás están empezando a considerarme un poco.
Al fin me siento querido, escuchado, ¡siento que existo! En definitiva, me siento vivo.
Anteayer pasé por la tienda de animales y entré para darle las gracias al dependiente, pero él me contestó:
- ¿Usted quién es? Perdone, pero no le conozco de nada.
En fin, yo estoy aquí, sentando en mi jardín, feliz, jugando con Sultán. Ahora mismo le he tirado una pelota con tanta intensidad, que Sultán ha tenido que saltar la verja para poderla atrapar. Es que es tan obediente y me hace tanto caso
- ¡Sultán! ¿Dónde vas? ¡Sultán, vuelve!, ¡vuelveeeeeeeee!
18 comentarios
Sereno -
Stuffen -
Tranquilo, Sereno, si no passa nadaaaaaa...:)
Pablo -
Sereno -
Mil perdones Stuff, el relato sigue siendo genial, y prometo no escribir más comentarios cuando regrese borracho.
Un abrazo.
Pablo -
(A no ser que fuera de broma, en cuyo caso es que no lo hemos entendido y retiro todo lo dicho).
Stuffen -
Mil gracias Pokito.
Sr Anónimo, yo lo que creo es que hay mucho gilipollas por aquí, y lo peor de todo es que no tienen el valor de identificarse cuando tiran la piedra y esconden la mano.
Además de todo, tengo que reconocer que sí, que soy una copiona, porque observo la realidad y la utilizo como referencia. Lo hago en todo, cuando pinto, cuando escribo, cuando dibujo (sí, desde mi primer relato, que era muy parecidito a este). De hecho, todo se me ocurrió juntando dos cosas: a) El chasco que me llevé el pasado Martes; b) El recuerdo de un hombre que cuida de un tigre de la familia (sí, un tigre), y hace éso mismo que hace mi personaje. Dice:- Ronco, mueve la colita. Y Ronco mueve la colita, lo que hace que el tipo se achaque el mérito.
En fin, la realidad, que supera tantas veces la ficción...
Anónimo -
pokito -
salud
Pakito -
Stuffen -
Ya lo reconocí cuando lo acertó Pablo.
Muchas gracias a los dos. Espero haberos hecho reir un poco. :)
Mola lo de Nonono, ¿verdad?
white -
Goreño -
NONO -
Gracias Pableras. Tú sí has acertado, luego lo pongo, que la realización de este relato sí la admito.(Pero luego, que ahora me da pereza).
Y felicidades por esa pedazo de intuición femenina. :P
Jeje, gracias Cerro.
Cerro -
Cerro -
¡SULTAAAAAAAAAAÁN!
Pablo -
Nonono -
Sigue intentándolo, chato.
Sereno -
Genial cómo siempre.
Un abrazo.